Podría decirse que los días jueves serán mis días favoritos en la universidad pues me toca ver las dos materias mas importantes del semestre y que tienen mi total atención y respeto: Audiovisuales ll y Periodismo Informativo lll. Hoy en la clase de Periodismo comenzamos a "calentar motores" y nos tocó realizar un reportaje de opinión -de unas 45 líneas aproximadamente sobre el 7 de Octubre; día de las elecciones presidenciales. Intenté de todas las formas ser totalmente imparcial, pero, me di cuenta que pertenezco a esa parte de la población que está decepcionada, sí, pero que todavía continúa con la firme esperanza de que nuestro país tiene marcado con lágrimas de felicidad su días de gloria en la lista de Dios. Con todas las ganas de que se sientan identificados, espero lo disfruten.
Una lucha cuesta arriba por la libertad
Venezuela nos pertenece
Quedará marcado en el tiempo y, quizás en los libros de historia dentro de algunos cuantos años, la fecha que definió el futuro inmediato de una nación y que de costa a costa separó por completo a nuestro país. Ese final feliz como en los cuentos que todos esperamos con tanta devoción en la vida real, no llegó. Al menos no ahora. No se olvida jamás el 7-O.
14 años de un gobierno que solo nos ha brindado una decepción tras otra a pesar de que ellos viven una realidad distinta a la que los ojos del mundo somos vulnerables. Años 2012, año electoral, y, justo cuando parecía que las cosas no podrían ir mas hostiles para nosotros y seguir cayendo al vació con el paracaídas roto, entonces fue justo allí cuando un hombre decidió levantarse un día y decir: "quiero ser presidente y cambiar a mi país porque se lo merece"
Estoy seguro que todos y cada uno de las personas que vivimos en este país estamos tan orgullosos de lo que tenemos, de lo que somos y de donde venimos, que, es casi imposible creer que la mayoría de la población apoye un sistema de gobierno que -cuidado y que Dios no lo permita- nos llevó a la ruina. La gente en este país respira un aire mortal: el conformismo.
Henrique Capriles Radonski "el flaco" Un apodo otorgado por el pueblo que lo quiere y que este hombre lleva orgullosamente a cualquier lugar. Su postulación a la presidencia de la república fue casi como un grito desesperado de hacer todo lo que en sus manos podría hacer para armar este rompecabezas de país donde cada pieza es un venezolano y muchas de ellas están perdidas y pareciera que no quieren encajar con las demás.
Una visión y una misión con intenciones firmes y bases fuertes de querer reconstruir al país más hermoso del mundo. Es Venezuela y nosotros tenemos la dicha de ser parte de esa raíz . "Aquí no habrá pueblo derrotado" palabras que en repetidas oportunidades el candidato nos dejó como un mensaje de fe que debemos llevar hasta el final de nuestros días.
Después de darnos cuenta con lágrimas en los ojos que somos una "minoría" de 6 millones ante 8 millones de conformistas y mentes cerradas, seguimos en la carrera por levantarnos con ganas de salir cada día a luchar por un futuro digno y feliz, porque a final de cuentas realmente lo que deseamos todos es ser felices. Hay creer que se puede transformar a un país y quienes lo integramos. La meta es una sola y nuestra bandera es la libertad.
Yo lucharé por mí, por mi país y por los míos. Venezuela me duele como mi madre y bajo ninguna circunstancia es válido que nos arrebaten lo que nos pertenece. No solo el tiempo hará su trabajo, los venezolanos tienen la obligación de mantenerse en un lado de la balanza para no caer jamás. La libertad puede estar más cerca de lo que muchos siquiera pueden imaginar.
Una visión y una misión con intenciones firmes y bases fuertes de querer reconstruir al país más hermoso del mundo. Es Venezuela y nosotros tenemos la dicha de ser parte de esa raíz . "Aquí no habrá pueblo derrotado" palabras que en repetidas oportunidades el candidato nos dejó como un mensaje de fe que debemos llevar hasta el final de nuestros días.
Después de darnos cuenta con lágrimas en los ojos que somos una "minoría" de 6 millones ante 8 millones de conformistas y mentes cerradas, seguimos en la carrera por levantarnos con ganas de salir cada día a luchar por un futuro digno y feliz, porque a final de cuentas realmente lo que deseamos todos es ser felices. Hay creer que se puede transformar a un país y quienes lo integramos. La meta es una sola y nuestra bandera es la libertad.
Yo lucharé por mí, por mi país y por los míos. Venezuela me duele como mi madre y bajo ninguna circunstancia es válido que nos arrebaten lo que nos pertenece. No solo el tiempo hará su trabajo, los venezolanos tienen la obligación de mantenerse en un lado de la balanza para no caer jamás. La libertad puede estar más cerca de lo que muchos siquiera pueden imaginar.