Es gratis.

lunes, 24 de enero de 2011

Errores que cuestan y cuentan para siempre.

11 de mayo de 2.010; serían casi las 10:30am cuando aquella noticia me puso tan blanco que dejó atónito mi color de piel. Casi podías distinguir con una sola mirada que yo estaba completamente desarmado. Sinceramente no pueden imaginarse cuantas cosas pasaban por mi cabeza cuando mi hermana fue a despertarme para decirme que mi mamá lo sabía todo. ¿Qué era todo? Bueno, todo quiere decirtodo lo que yo había hecho mal”. Hoy trato horriblemente de no pensar en ello, porque ya es algo que superé, pagué lo suficiente y le hice saber a mi madre cuan arrepentido estoy de todo lo sucedido a pesar de que ella tardó muchísimo en reconsiderar querer hablarme nuevamente. 

Comencemos esta historia contándoles que en febrero del año pasado, con todas las ganas que mi cuerpo pudo acumular para hacer algo y junto a un grupo de compañeros geniales que hice durante mi inicio en la universidad, comenzé el 2do semestre de aquella carrera por la cual peleé literalmente a morir con mi mamá y sin embargo, mírenme hoy aquí; no la estoy cursando. Ni siquiera estoy estudiando que es lo más triste de todo el asunto.
Pero bien, supongo ahora que han pasado 10 meses de los 7 que viví fuera de casa por mis malas decisiones es tiempo de pensar fríamente y no intentar imitar aquellos errores que me atormentaron durante ese largo tiempo.


Sin derecho a mirar atrás, lo más importante en este momento es buscar la manera de vivir cada día un poco mas feliz a un ritmo no tan lento, pues ya con 20 años debo apresurarme un poco en forjar metas que tengo a largo plazo y acumular logros que sé, me harán feliz. No intentaré enmendar los hechos del pasado porque sé que aún veré fragmentos de él día a día, y que por mi propio bienestar mental no deberé recordar tan a menudo. Es hora de pasar la página vieja y manchada de lágrimas hacia una nueva, mas blanca que la anterior y con un montón de ganas de escribir vivencias que en unos cuantos años cuando esté más viejo logre llorar un poco de felicidad sabiendo que las cosas han marchado por un buen camino en mi intensa pero delicada vida.

Esto quiero compartirlo con ustedes:
Cuando se tienen responsabilidades que tienen que ver con tu futuro, es necesario cuidar de tus prioridades y hacer un esfuerzo por no permitirte caminar fuera de las líneas (por así decirlo) Ahora bien, por otro lado les diré esto: “El mayor dolor que puede sentir una madre por parte de un hijo no es que tomes las decisiones equivocadas, pues eso es algo que no puedes evitar tengas los años que tengas. La traición y la mentira es como la bala o ese cuchillo que jamás quisieras que tocaran ni un centímetro de cuerpo del ser que mas amas. Pase lo que pase, no importa que tan grave sea la situación que estés afrontando; sé honesto con tu propia madre. Ella no merece cargar ni al mismo tiempo sufrir por tus errores y malas decisiones. Yo lo hice y no me alcanzaban las lágrimas para arrepentirme lo suficiente en comparación de aquellas que por mi culpa botó mi madre de dolor por todas mis torpezas.


Aunque yo decía que estaba sufriendo, sé que mi mamá sufría mucho más que yo.
Siempre es bueno agradecerles mucho a todas aquellas personas que de una u otra manera logran brindarte apoyo de diferentes maneras. Dios es grande, y puso en mi camino a muchos ángeles que velaron por mí durante todo este doloroso proceso de aprendizaje, porque eso fue para mí. En situaciones difíciles es tan gratificante encontrar verdaderos amigos que harán por ti lo que tú jamás pensaste. Qué lindo es tener amigos. Yo tengo el orgullo de decir que los tengo; poquitísimos, pero allí están.





Después de todo, mi historia no es tan triste, chicos. Ya estoy de regreso en mi hogar, y pasé unas excelentes navidades por el solo hecho de estar junto a mi mamá, mi hermana y mi tía. La confianza día a día estamos forjándola y creo que vamos bastante bien.

P.D: No crean que soy –aún- un vago. No, chicos. Ya pronto comenzaré a estudiar nuevamente. Quiero que estén felices por mí. Say: Wooohooo! Y desde aquí te envío un gran abrazo por terminar de leerme.



XX